La historia del contacto español-portugués en América
Si bien no se puede decir que la situación de contacto lingüístico que se da en América entre el español y el portugués constituya un tema poco abordado por los estudiosos –muy especialmente en el caso de la sincronía, con acercamientos de corte dialectal, sociolingüístico y descriptivo (a manera de ejemplo, HENSEY, 1972; ELIZAINCÍN, 1992; CARVALHO, 2003, LIPSKI, 2006, 2010; RIBEIRO DO AMARAL, 2008)–, lo cierto es que son tantos los enfoques desde los que se puede tratar esta temática y las cuestiones que se deben analizar al respecto que resulta, aún hoy, un campo de trabajo amplísimo que es necesario atender con cierta premura a fin de poder ir respondiendo los muchos interrogantes a los que se enfrenta el investigador.
Como no podía ser de otra forma, desde el punto de vista diacrónico la situación se muestra muy parecida a lo que se acaba de describir, si bien con la dificultad añadida de presentar un mayor abandono por parte de los estudiosos y, en consecuencia, una mayor escasez de trabajos que analicen las peculiaridades de este contacto en el pasado: aunque no es este el momento de hacer una revisión extensa de la bibliografía publicada, es necesario recordar, junto a algún trabajo de conjunto que describe la situación en el continente (RAMÍREZ LUENGO, 2010), los múltiples análisis dedicados al área uruguaya (entre otros, BERTOLOTTI; CAVIGLIA; COLL, 2003-4; RAMÍREZ LUENGO, 2005; BERTOLOTTI; COLL, 2006; CAVIGLIA; BERTOLOTTI; COLL, 2008; COLL, 2009) –en los que se investiga tanto el contexto en el que tiene lugar el contacto español-portugués como los resultados lingüísticos que produce–, así como otros, más escasos, en los que se atienden zonas como Paraguay y Argentina (RAMÍREZ LUENGO, 2008, 2012); además, son también destacables las páginas de Frago (1999, p. 135-162) sobre esta cuestión y varios de los capítulos del volumen de Corbella y Fajardo (2017), que se centran en el léxico de este origen que se emplea en distintos momentos de su historia en países como Uruguay, Paraguay, República Dominicana o México1.
Ahora bien, sin negar en modo alguno la relevancia de estos análisis en los que se aborda el estudio del léxico, parece con todo necesario señalar ciertas deficiencias presentes en algunos de ellos que restan interés a sus conclusiones y que se pueden cifrar fundamentalmente en dos: por un lado, el hecho de que en numerosas ocasiones no se defina el fundamental concepto de lusismo y que, así mismo, no se atienda a los múltiples subtipos que este presenta (RAMÍREZ LUENGO, 2013, p. 139); por otro, el que a veces no se explicite si se está trabajando con datos de monolingües o de bilingües –o que incluso se empleen de forma indistinta–, a pesar de la importancia que presenta este aspecto para la mejor comprensión y valoración de los resultados que se pueden obtener, mucho más desde un punto de vista histórico. Así mismo, quizá se deba interpretar también como un problema la mayoritaria concentración de los trabajos en el área noruruguaya, pues tal circunstancia –y el consiguiente desconocimiento, por tanto, de lo que sucede en otros lugares– determina que habitualmente se interpreten como generales procesos y resultados que tal vez no lo son tanto, sino que responden a las específicas características históricas que existen en esta zona.
Parece necesario, por tanto, seguir ampliando –desde una comprensión profunda de las peculiaridades del contacto español-portugués (RAMÍREZ LUENGO, 2015) y, en consecuencia, desde una definición sólida y precisa del lusismo– los trabajos dedicados a esta cuestión, intentando en la medida de lo posible no solo analizar esta realidad en otras zonas americanas que vayan más allá de la frontera norte del Uruguay, sino también atender de forma diferenciada el habla de los monolingües y de los bilingües, pues es probable que solo así se pueda conseguir una descripción completa de los múltiples resultados que producen unas situaciones tan complejas y tan variadas como son las que se producen en América cuando el español y el portugués entran en contacto.
1. El estudio: objetivos y descripción del corpus
Así pues, el presente estudio tiene como propósito contribuir parcialmente a cubrir algunos de los vacíos indicados más arriba por medio del análisis del léxico que aparece en un conjunto de textos que redactan dos bilingües, Francisco Antonio Araújo y José de Ocontos, durante la segunda mitad del siglo XVIII en la actual provincia argentina de Corrientes; los objetivos que se persiguen, por tanto, son los siguientes: a) describir y analizar el grado de coincidencia léxica existente entre español y portugués a partir del vocabulario del corpus; b) distinguir los distintos tipos de voces compartidas que se pueden establecer desde un punto de vista histórico; y c) ofrecer datos acerca de los vocablos no comunes presentes en los textos. Se pretende, en definitiva, conocer mejor la situación que, desde el punto de vista léxico, existe en los bilingües de la época mencionada, como forma de comprender los resultados que, en este nivel lingüístico, produce el contacto de dos lenguas (muy) cercanas como son español y portugués.
Por lo que se refiere a los autores del corpus, es necesario señalar que la falta de noticias acerca de los ya mencionados Antonio Francisco Araújo y José de Ocontos impide ofrecer su perfil sociolingüístico, si bien la observación y lectura de sus propios escritos permiten obtener diversas informaciones de interés: por ejemplo, es importante mencionar que ambos –y más claramente en el caso de Araújo– se pueden englobar dentro de lo que Marquilhas (2000, p. 234-237) denomina manos inhábiles, es decir, individuos cuya escasa destreza gráfica permite que en sus textos afloren de forma más evidente fenómenos que habitualmente la tradición se encarga de ocultar2; además, la indudable presencia de elementos –fónicos, morfosintácticos o incluso gráficos–de origen luso en su escritura3 demuestra sin lugar a dudas que el portugués constituye la lengua materna de ambos, por más que en su documentación pretendan escribir en español, dando lugar a lo que Caviglia, Bertolotti y Coll (2008, p. 33) describen acertadamente como textos híbridos4.
En cuanto al corpus en sí, este se compone de un conjunto de quince documentos breves –equivalentes a algo menos de 2000 palabras– que se conservan en el Archivo General de la Nación (Buenos Aires, Argentina), en el legajo 27-2-1 de la Sala IX5. Cabe mencionar que todos ellos son redactados entre 1758 y 1794 en la ciudad de Corrientes (doc. 7) y la localidad de San Fernando de las Garzas (docs. 1-6, 8-15), hoy Bella Vista, el primero de ellos por el ya mencionado José de Ocontos y el resto por Francisco Antonio Araújo6. Desde el punto de vista tipológico, la naturaleza del conjunto es relativamente variada, dado que, junto a dos cartas en las que se tocan asuntos económicos (docs. 7, 9), se descubren diversos recibos para la entrega de ganado (docs. 8, 10, 11-15) y lo que parecen ser asientos de un libro de cuentas en el que el ya mencionado Araújo apunta los gastos relacionados con la administración de la población y de la estancia de Pai Ubre (docs. 1-6); se trata, en todo caso, de documentación que aborda primordialmente cuestiones de la vida diaria, lo que permite la aparición, junto a léxico más o menos general, de abundante vocabulario muy cercano a la cotidianeidad y por ello circunscrito desde el punto de vista diatópico, todo lo cual evidencia el interés de estos materiales para un estudio como el que se pretende llevar a cabo en estas páginas.
2. El léxico de los bilingües hispano-portugueses en el siglo XVIII
Desde el punto de vista del vocabulario, quizá la primera constatación obvia para cualquier conocedor del español y del portugués sea la abundantísima presencia de voces compartidas –sean idénticas o con mínimas diferencias fónicas7– por ambas lenguas, en unos porcentajes que Bertolotti y Coll (2006, p. 3) calculan entre el 50% y el 89% de su caudal léxico; por supuesto, la conclusión que se puede extraer tras observar el corpus estudiado en estas páginas no es demasiado diferente, y de hecho no solo confirma la apreciación de las estudiosas uruguayas, sino que incluso refuerza la idea de tal semejanza, al presentar porcentajes muy superiores a los mencionados por ellas, de más de un 95% del total (tabla 1)8.
categoría gramatical | voces compartidas | voces no compartidas |
---|---|---|
verbo | 61 (100%) | --- |
adjetivo | 61 (100%) | --- |
sustantivo | 135 (95.77%) | 6 (4.25%) |
adverbio | 4 (80%) | 1 (20%) |
total | 261 (97.38%) | 7 (2.61%) |
Como se puede apreciar a la luz de estos datos, la totalidad de los verbos y adjetivos presentes en la muestra que supone el corpus –necesariamente parcial, pero en todo caso representativa– son compartidos entre ambas lenguas, con ejemplos como aguardar/aguardar, remitir/remeter (doc. 6), gateado/gateado y melado/melado (doc. 1), mientras que los sustantivos (cartilla/cartilha, mula/mula, poncho/poncho; docs. 6, 12,) concentran las mayores diferencias, si bien ni siquiera en tal categoría estas llegan al 5%; los adverbios, por su parte, resultan relativamente escasos en la documentación, pero aun así ofrecen un nivel de concordancia muy notable, al producirse esta en cuatro de los cinco ejemplos registrados. Estos resultados, caracterizados por una muy notable superposición del español y del portugués desde el punto de vista léxico, ni siquiera experimentan cambios de importancia si, por medio de un análisis más fino, se separan las voces del corpus compartidas en forma y significado de aquellas que tan solo tienen en común la parte formal (tabla 2)9.
categoría gramatical | voces compartidas (total) | voces compartidas (formal) | voces no compartidas |
---|---|---|---|
verbos | 59 (96.72%) | 2 (3.27%) | --- |
adjetivos | 59 | 2 | --- |
sustantivos | 130 (92.19%) | 5 (3.54%) | 6 (4.25%) |
adverbios | 4 (80%) | --- | 1 (20%) |
total | 252 (94.02%) | 9 (3.35%) | 7 (2.61%) |
De este modo, incluso si se atiende únicamente a los vocablos que presentan coincidencia tanto en el plano formal –según se dijo ya, de forma absoluta o aproximada– como en el plano semántico, salta a la vista que el léxico compartido entre español y portugués en el corpus resulta altísimo, algo que en principio permite sostener que “todos estos vocablos forman parte de ambos idiomas por igual y al mismo tiempo”, es decir, constituyen ejemplos de un “inmenso caudal léxico ibérico” (RAMÍREZ LUENGO, 2012, p. 221) que obliga a plantearse hasta qué punto se puede hablar, desde el punto de vista del vocabulario –y especialmente en el caso de los bilingües–, de dos lenguas diferentes, o si, por el contrario, es preferible interpretar la situación léxica que se acaba de describir como una única realidad con diferencias menores y puntuales, semejantes a las que, en este mismo plano, pueden existir entre dos variedades dialectales10.
Por supuesto, esta particular situación que se acaba de describir –y que individualiza el contacto español-portugués dentro del mundo hispánico– no es casual, sino que guarda relación con una serie de hechos históricos que se han señalado ya (RAMÍREZ LUENGO, 2015) y que tienen que ver, en su raíz más profunda, con las bases comunes que comparten ambas lenguas11: en efecto, distintas cuestiones como su origen y arealidad compartidos, la pertenencia de sus variedades primitivas al continuum dialectal norteño y el muy tardío proceso de divergencia progresiva que les afecta explican la existencia de los numerosos cognados que hoy comparten los dos idiomas y que se descubren en el corpus; al mismo tiempo, el hecho de que entre español y portugués se produzcan múltiples y repetidas situaciones de contacto más o menos intensas facilita el trasvase de diferentes unidades léxicas entre ellos como préstamos lingüísticos, lo que amplía aún más la nómina de elementos compartidos y da como resultado la situación mostrada en los párrafos anteriores. Se puede concluir, por tanto, que las voces compartidas señaladas más arriba no son, en realidad, históricamente idénticas, sino que responden a procesos de muy distinta naturaleza que es preciso distinguir en la medida de lo posible para entender más profundamente la configuración del léxico de los bilingües hispanolusos, pues si es verdad que un conjunto de tales vocablos se debe interpretar como cognados pertenecientes a ambas lenguas por igual, en otros casos se trata más bien de préstamos derivados del contacto que se da entre los dos idiomas, más aún en una zona tan favorecedora para este asunto como es por distintos motivos el territorio correntino de la segunda mitad del siglo XVIII.
Ahora bien, es del todo evidente que distinguir los cognados de los préstamos no es siempre tarea sencilla, sino que, muy por el contrario, presenta numerosas dificultades a las que el investigador se tiene que enfrentar armado de herrramientas de naturaleza muy diversa, tan dispares como la propia forma de los elementos –esto es, si muestra la evolución esperable de acuerdo con la fonología histórica del idioma considerado–, la distribución geográfica de tales unidades léxicas en el español y el portugués o incluso su etimología, que en ocasiones puede dar indicios muy claros acerca de la historia de un vocablo y de su carácter de préstamo. Así, la primera de las cuestiones parece poder ejemplificarse con voces presentes en el corpus como falha (doc. 2) o cavalhada (docs. 3 y 4), parte del vocabulario común entre ambas lenguas que en este caso muestran claramente su carácter de préstamo del español al portugués por la palatal lateral que presentan, resultado típicamente español de la /l/ geminada latina que contrasta con la simplificación propia del portugués (VENÂNCIO, 2019, p. 57)12.
En este último caso, además, el carácter de préstamo se ve reforzado desde el segundo punto de vista mencionado, pues su carácter general en español (DLE, 2014, s.v. caballada) –al menos en sus variedades americanas– contrasta con su restricción diatópica en portugués, donde su uso parece reducirse a Rio Grande do Sul (ROMAGUERA CORREA, 1898, s.v. cavalhada; CARDOSO NUNES; CARDOSO NUNES, 2010, s.v. cavalhada), algo que permite postular su presencia en esta variedad brasileña por la influencia del español, en línea con lo sostenido por Caviglia y Fernández (2007, p. 158-159); de hecho, la validez del razonamiento anterior permite considerar también como préstamos en portugués otros vocablos que, presentes también en el corpus, repiten la situación anterior, tales como capataz (doc. 3), entrepelado (doc. 1), estância (docs. 1, 3, 4, 6) o redomão (docs. 3, 4, 6)13, así como, en dirección contraria, conchabar ‘contratar a alguien para un trabajo, generalmente doméstico, rural o de tipo manual’ (DAMER, 2010, s.v. conchabar), general en Brasil con ese significado (DLPO, 2020, s.v. conchavar) y circunscrito, sin embargo, en español a regiones fronterizas con este país como Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia o Venezuela14. Finalmente, también en ocasiones la etimología de la voz considerada puede resultar útil para detectar su carácter de préstamo: esto es lo que ocurre, por ejemplo, con vocablos del corpus como chacareiro (doc. 6) y tambeiro (doc. 12), cuyo origen quechua –y la circunstancia de que históricamente el portugués no entre en contacto con este idioma– obliga a interpretar ambos elementos como préstamos que llegan a la variedad lusa del sur de Brasil (ROMAGUERA CORREA, 1898, s.v. chacareiro, tambeiro; CARDOSO NUNES; CARDOSO NUNES, 2010, s.v. chacareiro, tambeiro) a través del español rioplatense, caracterizado por la presencia abundante de términos de esta naturaleza.
Por otro lado, si todo lo anterior ejemplifica las consecuencias que se producen en el léxico del español y del portugués –sea en sus variedades generales o regionales– a raíz de su contacto histórico, la revisión detallada de esta documentación permite descubrir también otros fenómenos que se producen en el habla de los bilingües y cuyos resultados no necesariamente trascienden más allá de su idiolecto15. En este sentido, quizá la cuestión más interesantes sea la aparición en el corpus de lo que Carvalho (2003, p. 138-139) denomina palabras híbridas, es decir, elementos que no pertenecen a ninguna de las lenguas en cuestión, pero que son el resultado de aplicar los rasgos de una de ellas a unidades del repertorio léxico de la otra, muchas veces aprovechando la existencia previa de cognados; tal situación es precisamente la que se descubre en los casos de asenda ‘hacienda/fazenda’ (doc. 2), cuzineira ‘cocinera/cozinheira’ (doc. 2), ereiro/ireiro ‘herrero/ferreiro’ (doc. 3), febreiro ‘febrero/fevereiro’ (docs. 1, 3), fuido ‘huido/fugido’ (doc. 2), ineiro ‘enero/janeiro’ (doc. 12), inpleio ‘empleo/emprego’ (doc. 3), mestro ‘maestro/mestre’ (doc. 3), nobenbre, nubenbre ‘noviembre/novembro’ (docs. 3, 6) o panolo/panuelo ‘pañuelo’ (doc. 2)16, por citar solamente los casos más evidentes que se pueden interpretar como una nueva constatación de los límites borrosos entre el español y el portugués que, desde el punto de vista léxico, existe en el habla de bilingües como los aquí analizados17.
Ahora bien, si hasta ahora se ha estado indagando en el léxico compartido, no cabe duda de que el análisis desarrollado en estas páginas no se puede dar por finalizado sin unas rápidas observaciones sobre el vocabulario del corpus que claramente diverge entre español y portugués: como se señaló más arriba, tales elementos se pueden dividir en dos grupos, aquellas voces que se diferencian en el significado pero mantienen una forma común en ambos idiomas –un total de nueve unidades, un 3.35%– y aquellas que, en contraste, presentan diferencias tanto en la forma como en el significado, reducidas a siete elementos, es decir, el 2.61% del léxico del corpus; se trata, por tanto, de apenas 16 vocablos que equivalen al 5.96% del total, si bien esta escasez cuantitativa no les resta en modo alguno importancia desde lo cualitativo.
Por lo que se refiere al primer grupo, este se compone de los siguientes elementos: bajo/baixo, calzadura/calçadura, calzar/calçar, cerradura/cerradura, espalda/espalda, factura/factura, fallar/falhar, haz/az, melado/melado18. Como se aprecia en la lista anterior, son varias las cuestiones que se pueden mencionar al respecto, entre las que destacan dos: por un lado, la aparición de tales vocablos en diferentes categorías morfológicas, al descubrirse tanto en verbos como en adjetivos y sustantivos; por otro, el hecho de que no todos ellos se decanten en el corpus por la significación de una de las dos lenguas que intervienen en el contacto, pues mientras que algunos de estos vocablos parecen presentar el significado propio del portugués –por ejemplo, calzadura/calçadura como ‘acto de calçar, revestir de aço as ferramentas’, o fallar/falhar como ‘faltar, ter quebra (no peso ou na medida)’–, otros se deben interpretar a partir de la semántica del español (cerradura/cerradura ‘mecanismo de metal que se fija en puertas, tapas de cofres, arcas, cajones’; espalda/espalda ‘parte posterior del cuerpo humano o de una cosa’).
En cuanto a las voces no comunes, constituyen el conjunto más escaso en el corpus, reducido a los siguientes siete elementos: el adverbio portugués acima (docs. 3, 6) y los sustantivos españoles angaripola (docs. 3, 6), cuchillo (docs. 3, 6)19, cuja (doc. 6), granilla (doc. 2), haza (doc. 3)20 y pañuelo (doc. 2). Aunque su escasez dificulta extraer conclusiones con algún grado de fiabilidad, es posible, con todo, señalar dos cuestiones que quizá puedan ser de interés para estudios posteriores sobre documentación más extensa: en primer lugar, es importante señalar que, frente a lo que ocurría en el párrafo anterior, en este caso hay una categoría léxica claramente favorecida como es el sustantivo, que acapara la práctica totalidad de los elementos; en segundo lugar, también es destacable el hecho de que todos estos sustantivos pertenezcan al español, lo que parece demostrar que los bilingües analizados, a la hora de expresar lo que quizá se puede entender como nuevos referentes, desarrollan un proceso de enriquecimiento de la mayoritaria base común y compartida por medio de esta segunda lengua, semejante a la que se produce, por ejemplo, entre variedades geográficas en situaciones de contacto interdialectal (Frago, 1999, p. 227-243; Ramírez Luengo, 2009, 2019).
3. Unas primeras conclusiones
De este modo, el análisis llevado a cabo hasta el momento permite ahora presentar ciertas reflexiones sobre la configuración léxica de los bilingües hispano-portugueses en el siglo XVIII que presentan notable interés por sí mismas, pero muy especialmente por lo que suponen de líneas de trabajo que será necesario investigar más adelante sobre corpus documentales más amplios.
En primer lugar, los datos del corpus ponen de manifiesto algo tan sobradamente conocido como es la amplísima presencia de voces comunes en ambas lenguas, que si algunos estudios cifran entre el 50% y el 89% de su caudal léxico (BERTOLOTTI y COLL, 2006, p. 3), en este caso ascienden hasta algo más del 95% de todos los adjetivos, adverbios, sustantivos y verbos que se recogen en el corpus; tal situación, caracterizada por esa abundante superposición léxica entre ambos idiomas, obliga a preguntarse hasta qué punto se puede hablar para este nivel del sistema –y más en el caso de individuos bilingües– de dos lenguas diferentes, y si no refleja mejor la situación descrita la idea de un único léxico ibérico, perteneciente a los dos idiomas a la vez, al que se suma una pequeña cantidad de vocablos propios de uno de ellos, en una situación cercana a la que puede existir entre dos variedades dialectales.
Al mismo tiempo, las peculiares circunstancias que caracterizan históricamente el contacto español-portugués (RAMÍREZ LUENGO, 2015) determinan que no todas esas voces compartidas se deban interpretar de la misma manera, ya que, mientras que un importante número de ellas son simples cognados (ganado/gado, manso/manso, puerta/porta), otras parecen responder a procesos de préstamo determinados por el contacto, tal y como ocurre con cavalhada, estância y tambeiro en portugués o conchabar en español21. Naturalmente, una visión más profunda de la interacción que a lo largo del tiempo se produce en América entre las dos grandes lenguas ibéricas exige distinguir claramente entre ambos tipos de voces, cuestión que no siempre resulta sencilla, pero para la cual se puede contar con indicios como la evolución formal de las unidades léxicas consideradas, su distribución geográfica en ambas lenguas o incluso el origen etimológico de ellas, por citar solo algunas de las estrategias de análisis que pueden aportar datos de interés al respecto.
Más allá de lo anterior, el corpus muestra también fenómenos más específicos del habla de los bilingües hispanoportugueses que muchas veces quedan reducidos a su idiolecto, pero que no carecen de interés por cuanto evidencian los resultados que se producen en las situaciones de contacto de tales lenguas; tal es lo que ocurre, por ejemplo, con lo que Carvalho (2003, p. 138-139) denomina palabras híbridas (cuzineira, fuido, ineiro, inpleio, panolo/panuelo), es decir, elementos que, sin pertenecer al español o al portugués, son el resultado de aplicar rasgos de uno de estos sistemas lingüísticos a vocablos del otro, y que se pueden interpretar también como una muestra más de los límites borrosos que existen, en el caso del léxico, en bilingües como los analizados a lo largo de estas páginas.
Por último, es importante también decir algunas palabras acerca del reducido conjunto de léxico total o parcialmente divergente –16 unidades, un 5.96%– que aparecen en el corpus, cuya relevancia va mucho más allá de lo puramente cuantitativo: por lo que se refiere a las voces comunes con diferente significado en ambas lenguas (por ejemplo, calzadura/calçadura, cerradura/cerradura, fallar/falhar, haz/az), quizá lo más interesante sea su distribución por categorías diversas como verbos, adjetivos y sustantivos, así como el hecho de que en el corpus presenten en ciertas ocasiones el significado portugués (calzadura/calçadura, fallar/falhar) y el otras el español (cerradura/cerradura, espalda/espalda), sin poder puntualizar por el momento los factores que determinan tal elección; en cuanto a los vocablos no comunes, resulta interesante mencionar no solo su mayoritaria concentración en el campo de los sustantivos, sino también el que estos elementos sean de manera casi total propios del español (angaripola, cuja, pañuelo), algo que tal vez se pueda interpretar como un enriquecimiento de la base compartida ya mencionada semejante al que se produce, por ejemplo, en los casos de contacto interdialectal.
En definitiva, salta a la vista que, a pesar de lo exiguo del corpus, un acercamiento al léxico como el aquí desarrollado resulta de notable interés tanto por las conclusiones que aporta y las líneas de investigación que de él se desprenden, como muy especialmente por la llamada de atención que supone, una vez más, sobre las peculiaridades que presenta el contacto entre el español y el portugués; un contacto que, según se indicó en otra ocasión (RAMÍREZ LUENGO, 2016, p. 901), parece encontrarse a mitad de camino entre lo dialectal y lo (inter)lingüístico, pero que tiene precisamente en esta circunstancia –que obliga al investigador a replantearse cómo entiende el contacto entre sistemas linguísticos cercanos y qué resultados son los que esta situación produce– no solo su característica más identificadora, sino también un factor ineludible al que se deberán enfrentar todos aquellos que pretendan ofrecer una visión más completa de estas particulares variedades de la lengua española y, naturalmente, de su evolución a lo largo del tiempo.
4. Anexo 1: Léxico compartido (español/portugués) y no compartido presente en el corpus22.
Adjetivos (59): abatido-abatido, afectuoso-afectuoso, amansado-amansado, amarillo-amarelo, azul-azul, careto-careto, catalán-catalão, cinco-cinco, comprador-comprador, contado-contado, cordobés-cordovês, criollo-crioulo, cuarenta- quarenta, cuarta-quarta, dado-dado, dicho-dito, diez-dez, dos-dous, entregado-entregado, entrepelado-entrepelado, huido-fugido, gateado-gateado, enviado-enviado, junto-junto, llevado-levado, manso-manso, melado-melado, misionero-missioneiro, mismo-mesmo, muerto-morto, natural-natural, negro-negro, nombrado-nombrado, noventa-noventa, nuevo-novo, otro-outro, pagado-pagado, pago-pago, picazo-picaço, portador-portador, presente-presente, principal-principal, provincial-provincial, razado-raiado23, recibido-recebido, reverendo-reverendo, rizo-riço ‘rizado’, redomón-redomão, rosada-rosada, san-são, siguiente-seguinte, seis-seis, siete-sete, tambero-tambeiro, tercio-terço, toda-todo, tres-três, último-último, veinte-vinte. Bajo-baixo, melado-melado.
Adverbios (4): así-assim, bien-bem, fuera-fora, solo-só.
Sustantivo (130): abril-abril, agosto-agosto, agua-agua, alcalde-alcalde, algarrobo-algarobo, año-ano, arroba-arroba, asiento-asento, balleta-baeta, barco-barco, braga-braga, bretaña-bretã, caballada-cavalhada, caballo-cavalo, cabeza-cabeça, caja-caixa, calzón-calção, camino-caminho, campaña-canpanha, capataz-capatás, cargo-cargo, cartilla-cartilha, castilla-castela, chacarero-chacareiro, cima-cima, cinta-cinta, cisura-cisura, ciudad-cidade, codillo-codilho, sueldo-soldo, comandante-comandante, conchabo-conchavo, compadre-compadre, compañía-companhia, compostura-compostura, cuenta-conta, contador-contador, cosa-cousa, cogida-colhida, cría-cria, cura-cura, costo-custo, cocinera-cozinheira, día-dia, disposición-disposição, documento-documento, don-dom, empleo-emprego, estancia-estância, expedición-expedição, falla-falha, favor-favor, febrero-fevereiro, fray-frey, freno-freio, ganado-gado, género-gênero, gorro-gorro, grama-grama, gusto-gosto, hacienda-fazenda, efecto-efeito, indio-indio, enero-janeiro, importe-importe, herrero-ferreiro, julio-julho, junio-junho, lienzo-lenço, libra-libra, libro-livro, lista-lista, madera-madeira, manta-manta, mayo-maio, media-meia, maestre/maestro-mestre, montera-monteira, mujer-mulher, mula-mula, noviembre-novembro, noticia-notícia, novillo-novilho, octubre-outubro, orden-ordem, padre-padre ‘religioso’, par-par, pascua-páscoa, paso-passo, pastoreo-pastorejo, pieza-peça, peon-peão, peso-peso, pichón- pichão, plata-prata, poncho-poncho, puerta-porta, potranca-potranca, potro-potro, principio-princípio, pueblo-povo, pollera-polheira, puño-punho, cuenta-conta, real-real, recibo-recibo, resguardo-resguardo, rezón-rezão (razón), res-rês, redomonada-redomonada24, seda-seda, señor-senhor, servicio-serviço, servidor-servidor, silla-sela, sombrero-sombreiro, tabaco-tabaco, tafetán-tafetã, tierra-terra, tienpo-tempo, torada-tourada, toro-touro, tripe-tripe, troco-trueco, trote-trote, vaca-vaca, vara-vara, verdad-verdade, vista-vista, yerba-erva, yerra-ferra. Calzadura-calçadura, cerradura-cerradura, espalda-espalda, factura-factura, haz-az.
Verbos (59): abrir-abrir, aguardar-aguardar, amansar-amansar, andar-andar, anotar-anotar, apartar-apartar, bajar-baixar, cobrar-cobrar, comprar-comprar, conchabar-conchavar, contar-contar, dar-dar, deber-dever, decir-dizer, descontar-descontar, desuñar-desunhar, encontrar-encontrar, enterar-inteirar, entrar-entrar, entregar-entregar, enviar-enviar, escapar-escapar, esperar-esperar, faltar-faltar, ganar-ganhar, gastar-gastar, guardar-guardar, gustar-gostar, haber-haver, hacer-fazer, hallar-achar, llevar-levar, mandar-mandar, mantener-manter, matar-matar, meter-meter, ofrecer-oferecer, pagar-pagar, pedir-pedir, perder-perder, poder-poder, pretender-pretender, quedar-quedar, recibir-receber, reconvenir-reconvir, remitir-remeter, repartir-repartir, restar-restar, sacar-sacar, salir-saír, ser-ser, servir-servir, tener-ter, tomar-tomar, trabajar-trabalhar, traer-trazer, vender-vender, venir-vir, volver-volver. Calzar-calçar, fallar-falhar.
Voces no compartidas: acima (pt), angaripola (es), cuchillo (es), cuja (es), granilla (es), haza (es), pañuelo (es).